El futuro de las noticias

En los últimos días se ha venido diciendo muchísimo sobre la crisis que están enfrentando los periódicos a nivel global. Lo que empezamos a encontrar por doquier, como en tantos otros casos, es la manera como un modelo de negocios se ve colapsado cuando las condiciones de su entorno cambian. Morsa le da una explicación del tipo La ideología alemana meets Manuel Castells que resume bien el asunto:

De hecho, aquí ha habido un doble factor. Primero, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación que ha desplazado a los diarios, al formato impreso, y segundo, la aparición del prosumer (en gran medida, como una forma de los medios masivos y de las nuevas empresas como Google para salvar el negocio en medio de una recesión que ya lleva casi una década). Dos factores entrelazados y dependientes. Una crisis que llevó a la promoción de un negocio que terminó matando una industria, durante la prolongación de la crisis. Como dicen, parte del desarrollo de las fuerzas productivas que entran en contradicción con las relaciones sociales de producción, basado en el informacionalismo como paradigma

Dos cosas. Primero, contexto; segundo, y ahora qué. En EEUU, la publicidad en los periódicos ha caído 16.6% y no parece dejar de caer. La circulación ha colapsado y ha obligado a más de un periódico a cerrar sus operaciones o transformarlas radicalmente: sea fusionándose con otros diarios, sea convirtiéndose en operaciones basadas sólo en la web. Al problema que la industria enfrentaba ya, como señala Morsa, debido a cambios tecnológicos y a la «desprofesionalización» del mundo de la publicación, se agrega ahora el enorme problema de la crisis financiera y el colapso del mercado de anuncios de bienes raíces. Los grandes diarios han acumulado deudas gigantescas que ya no están en posición de afrontar. Y todo esto lleva a que nos hagamos la incómoda pregunta: ¿por qué, entonces, es que sigue existiendo este modelo? ¿Por qué seguimos o queremos seguir manteniendo los diarios en circulación, cuando pareciera que su modelo ya no funciona? Ésta es la pregunta que se hizo hace uno días Clay Shirky en una larga columna que ha hecho temblar a más de uno en el mundo editorial.

Varias de estas noticias tuve oportunidad de comentarlas hace unos días en el blog de Ashoka Perú, hablando de transformaciones en los medios. Y es que desde el programa de Medios & Conocimiento de Ashoka también hemos lanzado la pregunta, ¿y ahora qué se puede hacer con los periódicos? ¿Cuál será el nuevo modelo que funcionará para publicar las noticias?

Es indudable que cualquiera que sea este nuevo modelo, la publicación en línea será un componente central en su formulación. No queda tan claro qué pasará con los árboles muertos que se siguen imprimiendo, pero el hecho es que la web y el diario impreso están cada vez más integrados, por decir lo menos, pero este mismo acercamiento radicalmente transforma lo que entendemos o esperamos del «periodista» (el link va a Invasiones Bárbaras, blog homónimo de mi otro blog que descubrí en los últimos días y que es muy interesante). Además de que son los periodistas en línea los que ven con mayor optimismo el futuro de sus medios, con mayor o menor razón. De toda esta maraña confusa de lo que está pasando, muchas cosas están en juego: primero, que los valores tradicionalmente asociados con el periodismo están siendo puestos en cuestionamiento: cuando se desprofesionaliza la publicación de noticias, se hace más difícil tener algún tipo de expectativa sobre la supuesta «búsqueda de la verdad» y los «hechos objetivos» que el periodismo dice buscar. Francamente, hasta ahí no encuentro problema, porque me parece que eso es más engañarnos a nosotros mismos si creemos que es posible. Pero lo que sí me parece problemático es que los estándares de calidad y de rigurosidad que podamos esperar de la publicación de noticias se vean puestos bajo cuestión.

En este punto me parece que el problema radica justamente en que hayamos creído que los medios nos brindaban visiones objetivas del mundo, cuando siempre la figura ha sido sumamente más compleja. De allí que la solución no es, creo, pretender que podamos recuperar estándarse de objetividad y veracidad que muy probablemente nunca tuvimos, sino más bien que sepamos educarnos nosotros mismos para evaluar la información de manera crítica. Es decir, el nuevo panorama mediático pone sobre el tapete la importancia central de una alfabetización mediática que acompañe a todas esas otras alfabetizaciones que nos faltan.

La cosa, sin embargo, va más allá todavía. Y es que, dentro de todo, los medios tradicionales, y en particular los diarios, cumplen (a veces mejor, a veces peor) una función social importante al dedicar recursos para la investigación de historias de interés público que de otra manera no recibirían mayor atención. En otras palabras: en la ausencia de los diarios, ¿quién financiará los reportajes de investigación cuyo trabajo continuo requiera un esfuerzo que va más allá del interés de un blogger? ¿Cómo saldrán estas historias a la luz sin algún tipo de soporte que va desde la protección legal hasta el financiamiento logístico? 

Es aquí donde empiezan a configurarse las imágenes de lo que, posiblemente, emerja como las raíces de un nuevo paradigma. Una propuesta en el Senado estadounidense se basa en la idea de convertir a las organizaciones de noticias en organizaciones sin fines de lucro, para que no paguen impuestos y sean elegibles para una serie de beneficios legales y tributarios. Aunque pueda ser una idea interesante, no es una idea que no venga acompañada de problemas. Pero también es cierto que uno de los modelos de generación de contenidos que está emergiendo es el de grupos con intereses particulares -a menudo think tanks, u organizaciones del sector social- que están acoplando a sus actividades usuales la función de generar noticias, reportes, y todo tipo de contenidos asociados con su tema en particular.

No es, claro, la única posibilidad. Otras alternativas también están en bandeja: el Huffington Post, por ejemplo, acaba de anunciar un fondo para financiar periodismo de investigación para historias en torno a la economía estadounidense. El anuncio del propio HuffPost dice lo siguiente:

El popular sitio web está colaborando con The Atlantic Philanthropies y otros donantes para lanzar el Fondo de Investigación del Huffington Post con un presupuesto inicial de $1.75 millones. Eso debería ser suficiente para un equipo de 10 periodistas que coordinarán historias principalmente con freelancers, dijo Ariana Huffington, co-fundadora y editora principal del Huffington Post.

El asunto sigue siendo muy confuso y oscuro por ahora, a medida que vemos las tensiones que se generan entre viejos medios en transformación y nuevos medios en crecimiento, pero creo que no deberíamos ser tan ingenuos como para pensar ni que los diarios desaparecerán por completo, ni que debemos aferrarnos al paradigma conocido de supuesta veracidad y objetividad. En algún punto más allá de ambas posibilidades tenderemos hacia una suerte de convergencia donde cada medio encontrará su lugar frente a los demás, cumpliendo diferentes funciones sociales. Nuestro gran desafío ahora es que estamos acostumbrados a enfrentar este tipo de problemas desde un punto de vista institucional: cuando encontramos este tipo de crisis, buscamos la manera organizacional de encontrarle algún tipo de solución. Pero quizás el nuevo panorama nos exige pensar el problema de una manera diferente. Y esto me viene a la mente porque, ya que últimamente he estado muy afanado viendo charlas de TED, es el tipo de cambio de modelo conceptual que he escuchado, justamente, de Clay Shirky: