Objetos

Por culpa de Daniel estoy cada vez más leyendo sobre la ontología orientada a objetos. Sé muy poco al respecto, la verdad, pues recién me estoy enterando de qué rayos significa. Pero me llamó aún más la atención porque en los últimos días varios de sus representantes más importantes empezaron a publicar ideas interesantes sobre la conexión con Marshall McLuhan. Otra de las razones por las cuales particularmente me llama la atención es porque me imagino que debe haber una conexión directa con el concepto de la programación orientada a objetos, algo que he estado intentando aprender también un poco en las últimas semanas. Creo que esto es especialmente importante porque uno de los principales miembros de este movimiento es Ian Bogost, quien no sólo es filósofo sino que también trabaja en el desarrollo de juegos de video, con lo cual suficientes elementos están alineados como para suponer que aquí podría haber algo interesante.

Hace tiempo encontré una conversación particularmente interesante sobre la noción de objetos, en el contexto del desarrollo de plataformas sociales en la web, en el blog de Robert Benedict (con quien tuve la suerte de trabajar hasta hace un tiempo). Particularmente, en torno a la noción de los objetos sociales y cómo funcionan en línea:

RQB: You’re right, but the object is more than a topic, its a changing scaffold that you can hang things on, but the real key is that the object is constantly being negotiated by the people having the conversation.

JC: Still online we have to get concrete, thats the web, its 0’s and 1’s. So we can only really get a slice of the conversation.

RQB: Then the question is, how do both parties negotiate the object online? I mean, in a scenario where the object is being co-created by users and the folks running the site?

JC: Well one way you do that is to bookend the conversation, or circumstance.

RQB: How so?

JC: For instance, at a party there’s always two people that represent the extreme ends of a behavior continuum, lets call them the teetotaler and the party animal. The teetotaler is one bookend of behavior, they drink bottled water or diet coke with lemon. The party animal is drinking long island ice tea after his/her first beer representing the other end. These create social bookends.

RQB …and most people are relieved to be in «the middle,» having a couple beers and chatting knowing that they are at neither end of the continuum because those places are already taken.

Éste es el fragmento clave que me llamó la atención, por dos razones. Primero, la noción de objeto como «scaffold», que se puede traducir como «andamiaje»: el objeto, o el objeto social, es entendido como tal porque puedo asumir un rol de andamio, porque de él podemos «colgar cosas» – por ejemplo, asignarle atributos, hacer afirmaciones sobre él, relacionarlo con otros objetos, etc. El otro aspecto clave aquí es el de negociación – el objeto social está permanentemente negociando los parámetros de su existencia, de su significado, de su actuación.

En el documento de Apple enlazado arriba, sobre programación orientada a objetos, se incluye la siguiente explicación:

Object-oriented programming doesn’t so much dispute this view of the world as restructure it at a higher level. It groups operations and data into modular units called objects and lets you combine objects into structured networks to form a complete program. In an object-oriented programming language, objects and object interactions are the basic elements of design.

Every object has both state (data) and behavior (operations on data). In that, they’re not much different from ordinary physical objects. It’s easy to see how a mechanical device, such as a pocket watch or a piano, embodies both state and behavior. But almost anything that’s designed to do a job does, too. Even simple things with no moving parts such as an ordinary bottle combine state (how full the bottle is, whether or not it’s open, how warm its contents are) with behavior (the ability to dispense its contents at various flow rates, to be opened or closed, to withstand high or low temperatures).

En la definición computacional, entonces, encontramos un entendimiento parecido del objeto (pero no igual): el objeto computacional es un objeto que funciona como un andamiaje, un constructo sobre el cual «colgamos cosas» – datos y operaciones, en este caso. Es, sin embargo, menos claro su componente social o su componente de negociación, al menos a esta altura.

Otro personaje de la ontología orientada a objetos, Levy Bryant, tiene esto que decir sobre la conexión de las nociones mcluhanianas de figura y fondo en relación con la OOO:

The relation between foreground and background is tremendously important in McLuhan’s thought. One gets the sense that for McLuhan the background always rumbles with hidden potentials that threaten the integrity of forms that appear in the foreground. In this connection, McLuhan’s analysis of the genesis of geometrical space is particular interesting. McLuhan’s striking thesis is that geometrical space came into existence with the rise of phonetic writing. Where acoustic and tactile space are always characterized by foreground/background relations where the background rumbles with hidden potentials, the visual space of phonetic writing tended to abolish background altogether as a result of transforming sounds into fixed units (phonemes) that were divorced from meaning and that could be repeated again and again as the same. Indeed, with writing we can always return to what has been written once again as identical, whereas speech disappears or falls away. (…)

McLuhan’s analysis of the origins of visual, geometrical space and the relation between this type of space and writing, are, I believe, of great significance for object-oriented ontology. The conception of objects that arises based on this unconscious conception of space is that of objects as fixed and self-identical entities that are fully present. In other words, geometric space leads to a conception of being where withdrawal is erased. For example, for the geometer all points on an infinite line are fully present, simultaneous, and actual even if we can’t directly perceive this line. Visual spatialized thought thereby “objectivizes” entities in the bad sense of erasing their withdrawal.

Y en una dirección similar (la relación figura/fondo), junto con la concepción de la tétrada de los medios que aparece en Laws of Media, otro personaje del OOO, Graham Harman, afirma lo siguiente en una entrevista:

Now, let’s get back to McLuhan. The “tetrad” in Laws of Media is not identical with Heidegger’s fourfold, but there is an obvious common point. Heidegger is concerned with the layer of reality that withdraws, and so is McLuhan when he speaks of background media that are not perceived as long as we are inside them. Furthermore, both of them are concerned with how the ground reverses into figure, and vice versa. McLuhan has far greater talent than Heidegger for applying the method to specific cases, though. He also does not suffer from the sort of judgmental romanticism that would lead him, like Heidegger, to despise all entities made of plastic or aluminum and evict them from philosophy altogether to make way for hand-carved peasant shoes and genuine Black Forest Lederhosen. McLuhan can analyze absolutely anything, whereas Heidegger shirks this duty deliberately, filled as he is with contempt for telephones and Disney characters. In this sense, McLuhan and Latour are a lot alike in their whimsical openness to even the most trivial products of popular culture.

My biggest objection to the McLuhan tetrad, of course, is the claim that it only holds good for human artifacts, since they alone have the structure of a language. I fail to see why anything linguistic is necessary for the interplay of depth and surface to begin. I see reality per se as already constituted by this drama.

Entonces, al final de todo, me queda la pregunta: ¿Qué rayos es un objeto? Hasta ahora, la metáfora del andamiaje y la definición computacional del objeto (como andamiaje virtual que integra una serie de estados con una serie de operaciones en un entramado complejo de objetos que interactúan). Es una extraña confluencia de intereses la que me lleva por aquí, pero por ello mismo particularmente interesante: creo que, en alguna medida (y ojo, aún sé muy poco de esto), la ontología orientada a objetos es un resultado de una cultura informacional o informatizada. El componente filosófico/ontológico es en cierta forma indesligable del componente técnico/tecnológico, o puesto de otra manera, nuestra concepción de los objetos se ve irremediablemente configurada hasta cierto punto por el hecho de que los pensamos en un mundo en el que existen computadoras que corren programas que trabajan con objetos que tienen atributos. Sin decir algo como que estamos encontrando el lenguaje de la naturaleza, que claramente no lo es, si es algo así como que es una formulación ontológica, o un descubrimiento del lenguaje del mundo que construimos a nuestro alrededor, un mundo que está constituido por una serie de objetos cada uno de los cuales dice algo diferente.

No es coincidencia que estos elementos confluyan, entonces. Es, más bien, una exploración del código fuente de los objetos sociales que se encuentran entramados a nuestro alrededor. Con múltiples preguntas de por medio, como por ejemplo, cuál es el punto en el cual el componente filosófico se separa del componente técnico, de haber alguno. O, hasta qué punto, así como el medio es el mensaje, estas exploraciones son consustanciales con ciertas apariciones mediáticas que modifican nuestro espectro de pensamiento.

Pero en fin, repito, todo es culpa de Daniel.

Dodecaedro

Hace un tiempo con unos amigos empezamos un proyecto bizarro, como todos, que llamamos el Dodecaedro de Estudios Estéticos. El objetivo era, de manera un poco interdisciplinaria (un par de filósofos, un par de historiadores del arte, un psicólogo) profundizar un poco en los problemas del arte y de la estética, desde nuestras diversas perspectivas, un poco al mismo tiempo empapándonos en una serie de conceptos nuevos.

Tuvimos resultados interesantes mientras los tuvimos, incluyendo un poco de Lacan, lecturas del arte como producto cultural en la sociedad de masas, y demás. Pero lamentablemente, el tiempo, las obligaciones, y demás avatares de la vida posmoderna nos obligaron a silenciosamente dejar las cosas a medias.

Ahora el Dodecaedro ha resuscitado, en una nueva encarnación como Dodecaedro de Estudios Artísticos y un modelo más virtual. Aún no me queda claro el modelo, pero igual me resulta divertido. Creo que participar del nuevo Dodecaedro me brindará un espacio para formular una serie de preguntas más específicas en torno a una serie de cosas: conceptos de arte hoy, de reinterpretación y participación por parte de la audiencia, de cómo entender la crítica y la curaduría, en fin, tratar de enmarcar una serie de problemas que surgen hoy en mi línea de interés entendiendo al arte dentro de entramados más amplios de lenguaje y de cultura, o de producción y consumo de signos como diría Baudrillard.

Aún no hay nada que mostrar en el Dodecaedro, pero los invito a visitar, conocer y en la medida de lo posible participar. Para mí todo esto son conceptos nuevos, más aún porque se trata de ideas y categorías que están ahorita, como tantas otras, en plena maleabilidad. Rodrigo Sarmiento, uno de los participantes del proyecto, ha publicado un manifiesto que más o menos delinea algunas de las intenciones que tenemos hasta ahora, y que deja ver muchas de nuestras confusiones también. Por algún lado teníamos que empezar, ¿no?

Articulando comunidades

Hace un tiempo he descubierto con interés el trabajo de Juan Freire, quien a menudo publica posts en torno a la problemática de la web 2.0 desde su perspectiva española (léase, traduciendo del inglés casi todos los buzzwords).

Más que entrar a tallar respecto a los particulares, mi preocupación giraba en torno a la falta (personal) de una comunidad articulada y vinculada trabajando este tipo de temas, o los que he venido trabajando en el blog. Principalmente por razones de tiempo, no he podido dedicarme a buscar blogs similares, a ponerme en contacto con sus autores y a entablar diálogos un poco más constructivos en torno a preocupaciones comunes.

Me gustaría poder conversar un poco más con todo el mundo y empezar a intercambiar perspectivas y experiencias, y sé que yo mismo debería dedicarme a buscarlos en algún momento. Mientras tanto, en todo caso, si hay interesados o involucrados con la perspectivas filosóficas o extra-filosóficas sobre los temas que más o menos he venido trabajando, si están publicando un blog, una web o algo por el estilo, y quieren intercambiar información u opiniones, háganmelo saber en los comentarios o por correo electrónico para poder empezar a ir articulando una comunidad más grande.

Conversaciones

El modelo actual es insuficiente, pero eso ya lo he dicho antes.

Y hace algunas horas, también, expresé lo terrible que resulta que no tomemos como algo normal es adjudicarnos una voz propia para expresarnos libremente, sino que interiorizamos la censura y nos ajustamos la discurso aceptado, políticamente correcto.

¿Empiezan a notar un patrón?

En ese lugar mítico que algunos llaman primer mundo, se desarrolla el concepto de las «inconferencias»: a la luz de la falta de sentido de las conferencias, de las cuales no se extrae realmente conocimiento, sino que son más bien actos de autocomplacencia monológica sin una participación real del público, se desarrollaron las inconferencias, eventos eminente y estrictamente participativos donde todos los asistentes están obligados a ser expositores. La agenda de temas se construye colectivamente; las exposiciones monológicas son breves, y la mayor parte del tiempo se dedica a discusiones; y se hace amplio uso de recursos tecnológicos para recoger la discusión y generar un producto posterior que permita continuarla. El objetivo es la generación espontánea de una comunidad de conocimiento, donde todos los participantes se puedan beneficiar de la experiencia y el conocimiento de todos los demás.

Desde hace unas semanas, con unos amigos hemos venido realizando un experimento en esa línea. Nos reunimos y discutimos, interdisciplinariamente, nuestros diversos temas de investigación por trabajar, recogiendo opiniones y perspectivas  desde otros campos, y sobre todo obligándonos a expresarlo en un lenguaje lo suficientemente accesible como para ser entendido por alguien fuera del discurso técnico. La experiencia ha sido sumamente gratificante, y obedece tanto a propósitos inmediatos como ulteriores.

Y es que, justamente, el modelo actual es insuficiente. El modelo que incluye la conferencia, la lectura de la ponencia, el sistema académico del cual hace poco hablé de que debía transformarse.  No es insuficiente para todos, pues para muchos es perfectamente válido y legítimo. Pero, por mucho que quisiera, para mí no. Me falta la dimensión de la creatividad, de la actualidad, del involucramiento con procesos y sucesos que están sucediendo ahora. Hacer cosas.

Pero fallamos en que esperamos el momento en que todo esté definido, pulcro e inmaculado, sin falla alguna, pero ese momento nunca llegará. Tenemos que saltar al vacío con cosas incompletas y ver qué pasa, y reconocer que aprendemos más de nuestros errores que de nuestros aciertos. Y sin embargo, el mundo ético, llamémoslo así por seguir a Kierkegaard, nos gana, nos encierra y nos abruma, y finalmente nos censura, nos limita, nos desaparece. Nuestro clamor por excepción, por diferencia, termina silenciado.

Si somos quienes somos, cada uno, por la excepción que significamos, la normalidad y la conformidad nos desaparece. Y por mucho que seamos filósofos y nos consideremos especiales, no hay realmente diferencia si terminamos por encerrarnos en una alegre cámara de resonancia llena de discursos complacientes, si no estamos dispuestos a meter la pata pública y trágicamente y queremos conformarnos o satisfacernos con la archiconocida torre de marfil, una-vez-más.

Y sí, si queremos algo distinto nadie vendrá a legitimarnos un derecho que por definición se usurpa. Si queremos justificar nuestra inacción siempre habrán razones, pero difícilmente podrán esconder el hecho mismo que también conocemos, de que no son suficientes como para justificar la inamovilidad. Hay que tener las ganas, o al menos la desesperación, para dar ese gran salto vacío y acabar con todo y preguntarse luego por los restos o por qué pasó, mirar un poquito más allá desde el borde y paf se acabó.

Bajada al Pireo

Ayer por la tardé tuve una extraña conversación por chat con una amiga (quien además me cuenta que acaba de empezar su propio blog) en la que de una manera u otra terminamos recorriendo una serie de lugares comunes entre los problemas filosóficos de manera bastante amateur. Por alguna razón me pareció pertinente postear esto, entre otras cosas, porque es una interesante forma de diálogo con la cual, no sé, ¿podría quizás experimentarse?

Jugar por Jugar: ala
Jugar por Ju: me acabo de sorprender
Jugar por Ju: filosofando
Jugar por Ju: q feo !!! mentira 😉

«Sé que esto es un árbol»: 😦

Jugar por Ju: si
Jugar por Ju: sobre la verdad y la mentira
Jugar por Ju: dame luces
Jugar por Ju: es como q algo puede ser verdad hoy, y mentira mañana, entonces nunca fue verdad? o es q podemos hablar de verdad en aquel entonces, o es q entonces esas categorias estan sujetas asu ubicacion en el tiempo. O es que existen verdades como maximas (o eran minimas) o eso es mas moral y entonces maspropenso a ser mierdectia

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