Publicidad argentina

Una de las mejores cosas que veo aquí en Buenos Aires es la publicidad. Aunque no veo mucho de la televisión local, de todas maneras me gano con comerciales en la televisión que son muy, muy buenos. Así que les dejo un pequeño muestrario, como por ejemplo este comercial de la bebida H2OH:

A diferencia de los comerciales horribles que Telefónica está sacando últimamente en Perú, que no tienen ningún sentido en el peor de los sentidos, éste es un comercial de Telefónica reciénte aquí:

Personalmente me gustan mucho también los comerciales del Banco Hipotecario, que ya se van un poco más hacia lo absurdo (en este caso, en un buen sentido):

Este comercial de Arnet le resultará familiar a todo aquel acostumbrado a trabajar desde su casa, vía Internet:

Claro, esto no quiere decir que toda la publicidad sea buena o mejor, sino simplemente que me parece que uno tiene mejores probabilidades de encontrar comerciales divertidos, que vale la pena ver. Si encuentro más ejemplos buenos los publicaré también.

Exponiendo los bajos fondos digitales

En el blog de danah boyd, un interesante análisis de por qué la eliminación de anuncios de servicios sexuales en Craigslist es perjudicial, más que beneficioso, para la investigación y detención de explotadores sexuales en Internet. Interesante porque es una perspectiva contraintuitiva del asunto: en lugar de celebrar el hecho de eliminar la libre circulación de esta oferta, en realidad lo que esto hace es llevar estas actividades a un underground digital y metadigital donde se vuelven mucho más complicados de infiltrar, investigar, seguir y detener.

The Internet has changed the dynamics of prostitution and trafficking, making it easier for prostitutes and traffickers to connect with clients without too many layers of intermediaries. As a result, the Internet has become an intermediary, often without the knowledge of those internet service providers (ISPs) who are the conduits. This is what makes people believe that they should go after ISPs like Craigslist. Faulty logic suggests that if Craigslist is effectively a digital pimp whose profiting off of online traffic, why shouldn’t it be prosecuted as such?

The problem with this logic is that it fails to account for three important differences: 1) most ISPs have a fundamental business – if not moral – interest in helping protect people; 2) the visibility of illicit activities online makes it much easier to get at, and help, those who are being victimized; and 3) a one-stop-shop is more helpful for law enforcement than for criminals. In short, Craigslist is not a pimp, but a public perch from which law enforcement can watch without being seen.

Me parece especialmente pertinente si nos ponemos a pensar en diferentes maneras por las que integramos nuevas tecnologías con el trabajo de la seguridad ciudadana.

El futuro del libro según IDEO

IDEO, una de las firmas de diseño más importantes del mundo, publica este video con tres re-imaginaciones posibles del futuro del libro.

Pensadas en un mundo donde pantallas y dispositivos portátiles son ubicuos e interconectados permanentemente. Quizás lo más interesante: desagrega la experiencia de los libros, desmontando una supuesta unicidad para revelar que diferentes tipos de lectura son posibles, como experiencias, incluso dentro de un mismo formato. No todos los libros se leen de la misma manera, y no todas las experiencias de lectura se traducen o extienden de manera digital siguiendo el mismo esquema.

Objetos

Por culpa de Daniel estoy cada vez más leyendo sobre la ontología orientada a objetos. Sé muy poco al respecto, la verdad, pues recién me estoy enterando de qué rayos significa. Pero me llamó aún más la atención porque en los últimos días varios de sus representantes más importantes empezaron a publicar ideas interesantes sobre la conexión con Marshall McLuhan. Otra de las razones por las cuales particularmente me llama la atención es porque me imagino que debe haber una conexión directa con el concepto de la programación orientada a objetos, algo que he estado intentando aprender también un poco en las últimas semanas. Creo que esto es especialmente importante porque uno de los principales miembros de este movimiento es Ian Bogost, quien no sólo es filósofo sino que también trabaja en el desarrollo de juegos de video, con lo cual suficientes elementos están alineados como para suponer que aquí podría haber algo interesante.

Hace tiempo encontré una conversación particularmente interesante sobre la noción de objetos, en el contexto del desarrollo de plataformas sociales en la web, en el blog de Robert Benedict (con quien tuve la suerte de trabajar hasta hace un tiempo). Particularmente, en torno a la noción de los objetos sociales y cómo funcionan en línea:

RQB: You’re right, but the object is more than a topic, its a changing scaffold that you can hang things on, but the real key is that the object is constantly being negotiated by the people having the conversation.

JC: Still online we have to get concrete, thats the web, its 0’s and 1’s. So we can only really get a slice of the conversation.

RQB: Then the question is, how do both parties negotiate the object online? I mean, in a scenario where the object is being co-created by users and the folks running the site?

JC: Well one way you do that is to bookend the conversation, or circumstance.

RQB: How so?

JC: For instance, at a party there’s always two people that represent the extreme ends of a behavior continuum, lets call them the teetotaler and the party animal. The teetotaler is one bookend of behavior, they drink bottled water or diet coke with lemon. The party animal is drinking long island ice tea after his/her first beer representing the other end. These create social bookends.

RQB …and most people are relieved to be in «the middle,» having a couple beers and chatting knowing that they are at neither end of the continuum because those places are already taken.

Éste es el fragmento clave que me llamó la atención, por dos razones. Primero, la noción de objeto como «scaffold», que se puede traducir como «andamiaje»: el objeto, o el objeto social, es entendido como tal porque puedo asumir un rol de andamio, porque de él podemos «colgar cosas» – por ejemplo, asignarle atributos, hacer afirmaciones sobre él, relacionarlo con otros objetos, etc. El otro aspecto clave aquí es el de negociación – el objeto social está permanentemente negociando los parámetros de su existencia, de su significado, de su actuación.

En el documento de Apple enlazado arriba, sobre programación orientada a objetos, se incluye la siguiente explicación:

Object-oriented programming doesn’t so much dispute this view of the world as restructure it at a higher level. It groups operations and data into modular units called objects and lets you combine objects into structured networks to form a complete program. In an object-oriented programming language, objects and object interactions are the basic elements of design.

Every object has both state (data) and behavior (operations on data). In that, they’re not much different from ordinary physical objects. It’s easy to see how a mechanical device, such as a pocket watch or a piano, embodies both state and behavior. But almost anything that’s designed to do a job does, too. Even simple things with no moving parts such as an ordinary bottle combine state (how full the bottle is, whether or not it’s open, how warm its contents are) with behavior (the ability to dispense its contents at various flow rates, to be opened or closed, to withstand high or low temperatures).

En la definición computacional, entonces, encontramos un entendimiento parecido del objeto (pero no igual): el objeto computacional es un objeto que funciona como un andamiaje, un constructo sobre el cual «colgamos cosas» – datos y operaciones, en este caso. Es, sin embargo, menos claro su componente social o su componente de negociación, al menos a esta altura.

Otro personaje de la ontología orientada a objetos, Levy Bryant, tiene esto que decir sobre la conexión de las nociones mcluhanianas de figura y fondo en relación con la OOO:

The relation between foreground and background is tremendously important in McLuhan’s thought. One gets the sense that for McLuhan the background always rumbles with hidden potentials that threaten the integrity of forms that appear in the foreground. In this connection, McLuhan’s analysis of the genesis of geometrical space is particular interesting. McLuhan’s striking thesis is that geometrical space came into existence with the rise of phonetic writing. Where acoustic and tactile space are always characterized by foreground/background relations where the background rumbles with hidden potentials, the visual space of phonetic writing tended to abolish background altogether as a result of transforming sounds into fixed units (phonemes) that were divorced from meaning and that could be repeated again and again as the same. Indeed, with writing we can always return to what has been written once again as identical, whereas speech disappears or falls away. (…)

McLuhan’s analysis of the origins of visual, geometrical space and the relation between this type of space and writing, are, I believe, of great significance for object-oriented ontology. The conception of objects that arises based on this unconscious conception of space is that of objects as fixed and self-identical entities that are fully present. In other words, geometric space leads to a conception of being where withdrawal is erased. For example, for the geometer all points on an infinite line are fully present, simultaneous, and actual even if we can’t directly perceive this line. Visual spatialized thought thereby “objectivizes” entities in the bad sense of erasing their withdrawal.

Y en una dirección similar (la relación figura/fondo), junto con la concepción de la tétrada de los medios que aparece en Laws of Media, otro personaje del OOO, Graham Harman, afirma lo siguiente en una entrevista:

Now, let’s get back to McLuhan. The “tetrad” in Laws of Media is not identical with Heidegger’s fourfold, but there is an obvious common point. Heidegger is concerned with the layer of reality that withdraws, and so is McLuhan when he speaks of background media that are not perceived as long as we are inside them. Furthermore, both of them are concerned with how the ground reverses into figure, and vice versa. McLuhan has far greater talent than Heidegger for applying the method to specific cases, though. He also does not suffer from the sort of judgmental romanticism that would lead him, like Heidegger, to despise all entities made of plastic or aluminum and evict them from philosophy altogether to make way for hand-carved peasant shoes and genuine Black Forest Lederhosen. McLuhan can analyze absolutely anything, whereas Heidegger shirks this duty deliberately, filled as he is with contempt for telephones and Disney characters. In this sense, McLuhan and Latour are a lot alike in their whimsical openness to even the most trivial products of popular culture.

My biggest objection to the McLuhan tetrad, of course, is the claim that it only holds good for human artifacts, since they alone have the structure of a language. I fail to see why anything linguistic is necessary for the interplay of depth and surface to begin. I see reality per se as already constituted by this drama.

Entonces, al final de todo, me queda la pregunta: ¿Qué rayos es un objeto? Hasta ahora, la metáfora del andamiaje y la definición computacional del objeto (como andamiaje virtual que integra una serie de estados con una serie de operaciones en un entramado complejo de objetos que interactúan). Es una extraña confluencia de intereses la que me lleva por aquí, pero por ello mismo particularmente interesante: creo que, en alguna medida (y ojo, aún sé muy poco de esto), la ontología orientada a objetos es un resultado de una cultura informacional o informatizada. El componente filosófico/ontológico es en cierta forma indesligable del componente técnico/tecnológico, o puesto de otra manera, nuestra concepción de los objetos se ve irremediablemente configurada hasta cierto punto por el hecho de que los pensamos en un mundo en el que existen computadoras que corren programas que trabajan con objetos que tienen atributos. Sin decir algo como que estamos encontrando el lenguaje de la naturaleza, que claramente no lo es, si es algo así como que es una formulación ontológica, o un descubrimiento del lenguaje del mundo que construimos a nuestro alrededor, un mundo que está constituido por una serie de objetos cada uno de los cuales dice algo diferente.

No es coincidencia que estos elementos confluyan, entonces. Es, más bien, una exploración del código fuente de los objetos sociales que se encuentran entramados a nuestro alrededor. Con múltiples preguntas de por medio, como por ejemplo, cuál es el punto en el cual el componente filosófico se separa del componente técnico, de haber alguno. O, hasta qué punto, así como el medio es el mensaje, estas exploraciones son consustanciales con ciertas apariciones mediáticas que modifican nuestro espectro de pensamiento.

Pero en fin, repito, todo es culpa de Daniel.

Registros

Hay muchas cosas que quiero comentar hace tiempo, pero no encuentro el momento. En todo caso, en los últimos días he estado leyendo un libro de Lisa Gitelman, titulado Always Already New: Media, History And The Data Of Culture. Es un libro sobre «medios de inscripción» en los últimos dos siglos: medios que han sido utilizados para registrar cosas. Y tiene dos dimensiones bastante interesante, por un lado explorando la aparición de diferentes tecnologías de inscripción, desde el fonógrafo hasta la web, y la manera como se elaboraron protocolos sociales para su uso en su momento (en un proceso de lo que McLuhan llama «hibridación»); pero por otro lado, explorando también la transformación de nuestra noción de inscripción o de registro – es decir, que a diferentes posibilidades técnicas se corresponden también diferentes nociones historiográficas sobre qué debe ser registrado, cómo debe ser registrado, y qué significa registrar para la posteridad.

Por este libro retrocedí a los orígenes de lo que luego vino a ser esto del «Internet», y la manera como se fue formando originalmente. Es interesante porque el origen de los protocolos y la estructura básica vino de un grupo bastante heterogéneo de académicos trabajando con contratistas privados armando un proyecto para el Departamento de Defensa de EEUU. Pero eran, también, en esencia una comunidad temprana de hackers. Y en sus dinámicas grupales pueden mapearse, también, muchas de las actitudes que luego quedarían inscritas en los protocolos de uso de ARPAnet, de Internet, y eventualmente también de la web.

Me llamó especialmente la atención su actitud hacia la discusión y la documentación, que quedó capturada en el documento RFC (Request For Comments) 3, de 1969. El grupo de trabajo utilizaba documentos que circulaba entre sus miembros como propuestas sobre las cuales los demás miembros agregaban comentarios, y éstas eran sus reglas sobre qué calificaba como discutible:

The content of a NWG note may be any thought, suggestion, etc. related to
the HOST software or other aspect of the network.  Notes are encouraged to
be timely rather than polished.  Philosophical positions without examples
or other specifics, specific suggestions or implementation techniques
without introductory or background explication, and explicit questions
without any attempted answers are all acceptable.  The minimum length for
a NWG note is one sentence.

Esto – y es además lo que resalta Gitelman – sucede, entre otras razones, porque el medio que estaban construyendo ofrece un conjunto de nuevas posibilidades para la inscripción y el registro de ideas. Esto lo recoge el mismo RFC en su párrafo siguiente:

These standards (or lack of them) are stated explicitly for two reasons.
First, there is a tendency to view a written statement as ipso facto
authoritative, and we hope to promote the exchange and discussion of
considerably less than authoritative ideas.  Second, there is a natural
hesitancy to publish something unpolished, and we hope to ease this
inhibition.

Es decir, querían la mayor apertura posible para lo que se entendía como un trabajo en progreso, donde se requerían nuevas ideas y propuestas más que posturas refinadas y cuidadosamente sustanciadas. Se buscaba fomentar la discusión y la evaluación de posibilidades, más que algún tipo de verdad o modelo definitivo que resuelva el problema.

Publicar las ideas, y luego filtrarlas, en lugar de filtrarlas primero y publicar las sobrevivientes. Lo que termino siendo, en muchos sentidos, el modelo cultural de la publicación en la web.

Un día como hoy nació Marshall McLuhan

Hoy día, Marshall McLuhan habría cumplido 99 años. La revista Wired le dedica un perfil donde resume algunos de sus aportes principales, destacando su perfil casi de «celebrity» así como su carácter como visionario de los cambios que recién llegarían con la tecnología digital:

By the time McLuhan died on the last day of 1980, he had accrued more medals, citations, honorary degrees, controversy and pop-culture shout-outs than almost any other academic on Earth. Genesis sang about him in its acclaimed 1974 concept album The Lamb Lies Down on Broadway, while his work influenced cultural critics like Jean Baudrillard, artists like Andy Warhol and even politicians like Jerry Brown. (Who, it might be noted, is currently running for governor of California, the home of both Hollywood and Silicon Valley, where much of the digital age’s most important and distracting innovations are created.)

As the years pass, McLuhan’s circle of influence has a tendency to widen that way. During his life, it extended to marketers and multinationals. He consulted with and gave speeches to the corporate megaminds at AT&T and IBM, and became a media celebrity commanding explication in NewsweekHarper’sLife and even Playboy. Columbia Records released a theoretically ambitious but often impenetrable audio version of his 1967 bestseller The Medium Is the Massage: An Inventory of Effects.

Boing Boing lo celebra también compartiendo el conocido fragmento de la película Annie Hall, de Woody Allen, donde aparece el propio McLuhan.

Y finalmente, aunque no exactamente celebrando su cumpleaños, Daniel Luna ha venido publicando una serie de posts sobre las ideas de McLuhan en su blog, Vacío.

Lo sé, soy totalmente un fanboy (si les queda alguna duda, pueden revisar mi serie de artículos a partir de «Comprender a McLuhan«). McLuhan es un autor que me fascinó desde que lo descubrí, allá por el 2007, cuando llegué a Comprender los medios de comunicación nada más y nada menos que desde Kierkegaard, e intenté buscar un vínculo entre nuestras tecnologías de la comunicación y nuestro compromiso con la existencia (algo que luego he querido desarrollar un poco más bajo la categoría de «tecnoexistencialismo«). Pero siempre he intentado leerlo más allá de como profeta, en su conexiones con otros temas y autores y siempre con un alto grado de escepticismo, también.

Kunstpolitik, la política del arte

Foto CC: Walter-Benjamin, por doylesaylor

Empecé a leer hace unos días una nueva edición del clásico texto de Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica. Estoy leyendo una edición en inglés, publicada en una compilación de textos de Benjamin titulada The Work Of Art In The Age Of Its Technological Reproducibility And Other Writings On Media, publicada en el 2008, que incluye la segunda versión conocida del ensayo, según los editores la «versión maestra» tal como Benjamin quería que se publicara. En parte por esto, y en parte porque es la primera vez que lo leo en inglés, es que siento que mi entendimiento de Benjamin ha cambiado por completo con esta lectura (que, de hecho, me he visto obligado a recomenzar tan pronto como la terminé).

Esta versión del ensayo me parece mucho más explícita y directamente política y revolucionaria, comparada con versiones que había leído anteriormente (por ejemplo ésta, disponible en línea). Quizás el contenido mismo no sea tan diferente, pero el lenguaje es un poco más explícito, aunque no me he dedicado a hacer una comparación exhaustiva de las versiones. Pero hasta antes de esta lectura, mi entendimiento del argumento de Benjamin en torno al aura había sido diferente (quizás más en la línea de Adorno y Horkheimer): comprendía antes que la introducción de la posibilidad técnica de reproducir las obras de arte las despojaba de aquello que las hacía únicas. Esto, me parecía, lo presentaba Benjamin como un empobrecimiento de sus cualidades estéticas: dado que el «aquí y ahora» de la obra se vuelve irrelevante porque pasa a adquirir múltiples «aquís y ahoras», la singularidad de la experiencia estética se desvanece con la reproducibilidad técnica. Un ejemplo simple es la diferencia entre ver un póster de una pintura, y ver la pintura original misma. Pero en realidad, Benjamin se refiere a nuevas formas de arte construidas a partir de la reproducibilidad técnica, como la pintura y el cine: en éstas ni siquiera tiene sentido hablar de original y copia, pues la reproducción hace imposible distinguirlas. El premio de consuelo, en esta lectura, de la pérdida del aura, es que el arte adquiere significado político y revolucionario: en la medida en que cesa de ser un valor trascendente (pues ha perdido su aura), el arte hace su ingreso en la historia y cobra un nuevo rol como elemento político.

Sin embargo, ahora creo que es al revés – una diferencia sutil, pero creo que relevante. El arte no se empobrece con la pérdida del aura, sino que el arte se libera, en cierta manera, de la tiranía del aura: el arte gana su capacidad de convertirse en significado político cuando deja de ser simple objeto de contemplación distante (que Benjamin asocia a la estetización de la política propia del fascismo) y se convierte, más bien, en objeto de interacción y participación con significado político revolucionario. La tradición aurática del arte es una tradición donde las obras de arte sólo pueden ser disfrutadas plenamente por unos pocos, por aquellos pocos que tienen acceso a las obras, que son escasas. Donde, además, pesa el valor de la propiedad, que puede rastrearse a través de la historia de dueños que ha tenido una obra de arte. Pero de esta forma, el arte carece por completo de la capacidad de ser disfrutado por las masas, posibilidad que introduce la reproducibilidad técnica. Pero al introducir esta posibilidad, la forma como las masas disfrutan del arte se vuelve cualitativamente distinta:

First, technological reproduction is more independent of the original than is manual reproduction. (…) Second, technological reproduction can place the copy of the original in situations which the original itself cannot attain. Above all, it enables the original to meet the recipient halfway, whether in the form of a photograph or in that of a gramophone record. (…)

By replicating the work many times over, it substitutes a mass existente for a unique existence.

Cuando el valor de la obra es un recurso escaso, vinculado al aura, el disfrute de la obra está regido por la obra misma. En este sentido Benjamin lo entiende como una existencia «masiva», pues el valor para el público es siempre el mismo, regido por la trascendencia del aura. En cambio, la reproducibilidad técnica invierta la figura, pues el valor, el disfrute de la obra depende ya no de la obra misma, sino que está en las manos del espectador que la hace única. Al abrir la disponibilidad de la obra masivamente, la experiencia de disfrutarla se vuelve una experiencia singular para cada individuo. Si queremos ponerlo radicalmente en otros términos: la reproducibilidad técnica hace del espectador artístico un prosumidor, un co-constructor del significado de la obra.

Ahora, una de las cosas interesantes del ensayo de Benjamin es que no se pone, como muchos otros marxistas y sobre todo, como muchos otros artistas afines al marxismo, a imaginar cómo sería alguna especie de arte revolucionario de la sociedad sin clases (completo además con sus ilustraciones pastorales e idílicas de la clase trabajadora que tan populares se volverían luego durante el estalinismo). Benjamin se pregunta por la manera en la cual el arte efectivamente existente, en las condiciones sociales efectivamente existentes, pueden pasar a ser considerados como formas políticas de arte, que incluso puedan tener un carácter revolucionario. Esto, de nuevo, en oposición a la estetización de la política que venía teniendo lugar con el fascismo, sobre todo a través de una estetización de la guerra. Es interesante porque en esto podríamos encontrar en Benjamin una suerte de reivindicación del valor artístico y cultural de la cultura popular a diferencia de alguna forma de cultura ilustrada.

Since the transformation of the superstructure proceeds far more slowly than that of the base, it has taken more than half a century for the change in the conditions of production to be manifested in all areas of culture. How this process has affected culture can only now be assessed, and these assessments must meet certain prognostic requirements. They do not, however, call for these on the art of the proletariat after its seizure of poer, and still less for any on the art of the classless society. They call for these defining the tendencies of the development of art under the present conditions of production. The dialectic of these conditions of production is evident in the superstructure, no less than in the economy. Theses defining the developmental tendencies of art can therefore contribute to the political struggle in ways that it would be a mistake to underestimate. They neutralize a number of traditional concepts – such as creativity and genius, eternal value and mystery – which, used in an uncontrolled way (and controlling them is difficult today), allow factual material to be manipulated in the interests of fascism. In what follows, the concepts which are introduced into the theory of art differ from those now current in that they are completely useless for the purposes of fascism. On the other hand, they are useful for the formulation of revolutionary demands in the politics of art [Kunstpolitik].

Sigo un poco en shock por este giro en mi interpretación de Benjamin – que reconozco no tiene nada de especial, y buen puede ser simplemente que lo he estado leyendo mal todo este tiempo. Pero ahora me parece como un poco más interesante, sobre todo dentro de los parámetros de Benjamin como un teórico del cambio mediático, tecnológico y cultural. Así que espero en los próximos días ir incorporando algunas notas más sobre este y otros textos de Benjamin sobre los medios.

El hombre y los medios

Acabo de terminar de leer Understanding Me: Lectures and Interviews, un libro que recoge una serie de conferencias y entrevistas de Marshall McLuhan a lo largo de su vida. Son textos bastante esclarecedores respecto a una serie de conceptos que introduce en sus libros y que quizás no consigue elaborar la suficiente, como por ejemplo la distinción entre medios «fríos» y medios «calientes», o el significado de entender la televisión como un medio frío cuando todo parecería indicar lo contrario. Es, sobre todo, interesante por la manera en la cual McLuhan va elaborando con los años su entendimiento de los efectos que la tecnología electrónica tienen sobre la cultura: haciendo posible que, bajo la velocidad de la tecnología eléctrica, «los efectos aparezcan antes que las causas» y nos generen toda una serie de problemas analíticos y de comprensión – sobre todo cuando tratamos de ver los efectos de lo electrónico, que son simultáneos e interconectados, desde el punto de vista de lo textual, que es lineal y secuencial.

Aún así, quizás el libro esclarece tanto como oscurece. Aunque aclara y elabora varias cosas, introduce varias otras, o introduce análisis y ejemplos que McLuhan utiliza que más bien terminan confundiendo un poco más. Esto es especialmente cierto de sus entrevistas, muchas de ellas para la televisión, donde quizás por el formato o las expectativas del medio McLuhan es mucho más aforístico e impactante que analítico y explicativo. Digamos, en sus entrevistas, McLuhan busca impresionar al público para llevarlo a una consideración atípica de los medios y la tecnología, mientras que en sus conferencias resulta mucho más accesible. Pero es, sobre todo, una muy interesante perspectiva «detrás de cámaras» de McLuhan, mostrando cómo presentaba sus ideas ante públicos diversos y construía discursos orales que abundan, por ejemplo, en chistes (y reflexiones sobre chistes). Esta serie de conferencias y entrevistas dan una imagen bastante completa de un autor que era también un «intelectual público» en su propio sentido y caracterización.

El último texto de esta compilación, «Man and Media» («El hombre y los medios») es quizás una de las conferencias más interesantes, la última conferencia grabada que se tiene de McLuhan, de 1979. En ella hace una serie de observaciones sugerentes sobre los efectos de la tecnología eléctrica, como por ejemplo la manera como éstas configuran un «cuarto mundo» que le da la vuelta al primero, segundo y tercero:

The Fourth World is the electric world that goes around the First, Second and Third worlds. The First World is the industrial world of the nineteenth century. The Second World is Russian socialism. The Third World is the rest of the world, where industrial institutions have yet to establish themselves, and the Fourth World is a world that goes around all of them. The Fourth World is ours. It is the electric world, the computer world, the instantaneous communication world. The Fourth World can come to Africa before the First or Second worlds. Radio came to Africa and began to penetrate African institutions and psyches a long time ago. Radio went to China and India long before anything else from the West. The coming of the Fourth World, the electric instantaneous world, has been completely ignored by the journalists and by the Marxists. Marx, by the way, was a nineteenth-century man, a hardware man of the First World only, who knew nothing about electricity, nothing about the instantaneous. He could not possibly have known what might happen in the Fourth World, an instantaneous world of electric information. His entire thought was based upon production and distribution of product. His conviction was that if everybody could have enough of everything, problems would disappear. It never occurred to him that perhaps the most important commodity in the twentieth century would be information and not hardware products. Information is not only our biggest business, but has become education itself.

La idea del «cuarto mundo» viene al caso porque se ajusta a la visión no lineal del progreso que tiene McLuhan, a diferencia de la visión lineal que sí tiene más bien Marx. Para Marx era, por ejemplo, improbable que la revolución comunista se diera en Rusia dado que Rusia no era un país industrializado – algo que Lenin tuvo luego que compensar al reformular la teoría, para permitirle al campesinado un rol en la revolución bolchevique en ausencia de las masas obreras industriales. Esto puede encontrarse también extensamente en las discusiones del socialismo latinoamericano que se preguntaban si el socialismo era posible en América Latina dado que, propiamente, no había un capitalismo plenamente desarrollado, sino en muchos lugares ordenamientos sociales más bien feudales. Para McLuhan esa pregunta no tiene sentido, o mejor dicho, esa pregunta se formula con un pleno desconocimiento de que las tecnologías ya existentes en estas sociedad vicia por completo la elección: en las sociedad informacionales deja de ser tan importante el hecho de haber pasado o no por las categorías de la Revolución Industrial, pues el cambio tecnológico no es acumulativo ni equivalente en todos los contextos sociales.

En esta conferencia, McLuhan también elabora la idea de que los medios de comunicación y las tecnologías deben entenderse fundamentalmente como formas lingüísticas. Encontrar esto me ha parecido genial, pues es una idea que he venido jalando de sus ideas en Comprender los medios de comunicación donde me parecía que se encontraban más bien implícitas, y aquí tiene una formulación más literal y completa del asunto:

I was gradually forced to conclude that all human extensions are utterings or outerings of our own beings and are literally linguistic in character. Whether it is your shoes or a walking stick, a zipper or a bulldozer, all of these forms are linguistic in structure and are outerings or utterings of man’s own being. They have their own syntax and grammar as much as any verbal form. This was an unexpected result of looking at these innovations structurally, not with an intent to discover anything except individual structures. Eventually I realized that these structures are literally linguistic; there is no difference between hardware and software, between verbal and non-verbal technology in terms of this linguistic character or sharing.

This suggests, therefore, that man’s technology is the most human thing about him. Our hardware – mechanisms of all types: spectacles, microphones, paper, shoes – all of these forms are utterly verbal and linguistic in character and are utterly human. The word utter is from outer, and «outering» is the nature of technology. Extension of bodily organs into the environment is a form of utterance or expression. There is, therefore, a completely intelligible character and pattern in these «outerings» or «utterings».

Creo que aquí lo singular para McLuhan de llegar a esta conclusión es que entonces se pueden empezar a trazar paralelos entre la manera como opera el cambio tecnológico a la manera como entendemos el cambio lingüístico, y viceversa. Es, también, una manera más de formular la idea que recorre su concepción de la tecnología no meramente como algo que utilizamos, sino como algo en y a través de lo que somos, algo que forma parte de nosotros y nos configura tanto como nosotros lo configuramos.

Ambas estas cosas – la no linealidad del progreso en la idea del cuarto mundo, y la lingüisticidad del cambio tecnológico – puestas juntas, nos permiten también entender los efectos que tanto este cambio tecnológico como su reintepretación y apropiación fuera de Occidente tienen de vuelta sobre Occidente mismo. O la manera como las reglas de juego cambian también para el hombre tipográfico y «civilizado»:

The civilized man imagines that he is going to help the native by stripping off the native’s world of myth and legend, ritual and superstition. The paradox is that in the electric age we ourselves are moving into, returning to, the acoustic world of simultaneous involvement and awareness, experiencing the surfacing of the subliminal life. When all things are simultaneous, that is, at the speed of light, the things that are ordinarily put aside into the subconscious simply come up into the conscious. This is the meaning of Freud’s Interpretation of Dreams. The surfacing of man’s subconscious came with the telegraph, the telephone, radio, and then TV and other electric media. It is impossible to sublimate or keep anything hidden at that speed. So we have to invent a new concept of civilization and humanizing in order to live at the speed of light. We had imagined that we could simply strip off the acoustic culture of these primitives or these natives in order to civilize them, but the same stripping off or our civilization is taking place at the same time, by means of our new electric technology. We are losing our civilization even faster than we stripped off the institutions of the Indians and the Africans.

Esto tiene múltiples interpretaciones. Una de ellas es que la retribalización del hombre moderno viene de la mano con un redescubrimiento del ícono, de la figura y de lo ritual como maneras de introducir marcadores de significado en una continuidad simultánea que no se jerarquiza por sí misma. Es decir, en el mundo eléctrico la información fluye tan rápido que es imposible discernir lo importante con facilidad, de manera que reintroducimos prácticas de culturas orales para rescatar y destacar aquello que marca acontecimientos en nuestras vidas. En las culturas orales el mito y el ritual servía la función de destacar acontecimientos cotidianos como eternos, ante la imposibilidad de registrar la historia por escrito. Llamaban la atención sobre aquello que debía ser recordado, que debía contarse a las nuevas generaciones. La retribalización del hombre opera de manera similar, llamando la atención de los individuos hacia acontecimientos para destacarlos de un fondo de información que nunca cesa. La capacidad histórica de la alfabetización se invierte cuando capturamos todo y nos volvemos incapaces de leerlo.

Todo el libro Understanding Me está lleno de buenas observaciones como éstas, pero quería dejar unas cuantas muestras. Ahora empezaré a leer The Work Of Art In The Age Of Its Technological Reproducibility And Other Writings On Media, una compilación de textos de Walter Benjamin, así que esperen encontrar algunas notas sobre eso también en las próximas semanas.

Ocho libros fundamentales para entender la sociedad de la información

No son los únicos, pero son ciertamente una base fundamental: les dejo aquí una pequeña selección de ocho libros que me parece son imprescindibles para entender el funcionamiento de la sociedad de la información en la época de los medios digitales. La lista podría ser mucho más amplia, pero quería hacer una breve selección arbitraria de libros recientes que me parecen determinantes por una serie de razones. Sin ningún orden en particular, ocho libros fundamentales para entender la sociedad de la información:

Convergence Culture. El libro más importante de Henry Jenkins (a quién deberías conocer si estás interesado en el tema de los media studies) introduce una serie de conceptos sumamente útiles y novedosos, entre ellos el enfoque de la convergencia mediática para entender el cambio tecnológico no como un proceso de reemplazos y desplazamientos, sino como uno de prácticas sociales en constante reinterpretación. Jenkins habla también aquí de su concepto de transmedia para ilustrar la manera como tanto los contenidos que consumimos, como nosotros mismos como consumidores, no existimos ya bajo experiencias mediáticas aisladas, sino que participamos de múltiples experiencias en paralelo e incluso en simultáneo, lo cual introduce nuevas demandas y expectativas hacia las narrativas con las que nos involucramos.

The Wealth of Networks. He comentado hace poco por qué me parece que este libro de Yochai Benkler es un referente imprescindible: Benkler hace una investigación sumamente detallada sobre las prácticas económicas emergentes en el mundo digital y la manera como estas prácticas están generando una nueva forma de producción. La reducción en los costos de transacción y organización hace viables empresas (en todo el sentido de la palabra) que no están necesariamente motivadas por el lucro, sino que contribuyen a la creación y acumulación de capital social entre las personas que participan de ellas. Benkler analiza las maneras como esta nueva forma de producción tiene un enorme potencial para dinamizar una serie de sectores económicos, pero también evalúa la manera como los actores establecidos están colaborando consciente o inconscientemente para entrampar este nuevo universo productivo en gestación. El texto completo del libro pueden encontrarlo en línea.

Understanding Media. Éste es un poco trampa, porque es el más viejo de la lista. Se trata del texto más importante de Marshall McLuhan, donde se acuñaron expresiones confusas como «el medio es el mensaje» o «la aldea global«. A pesar de ser un texto de 1964, sirve como un adelanto de lo que vendrían a ser las consecuencias de la tecnología electrónica en lo que McLuhan llamaba el «hombre tipográfico», el hombre propio de una cultura formada a partir de la lógica lineal, secuencial, masiva e industrial de la imprenta y la tipografía. McLuhan es sumamente oscuro en este libro y profundizar en sus ideas es complicado, pero su capacidad para adelantarse a cambios tecnológicos que aún no se hacían presentes es sorprendente. Esto es, quizás, propio además de su concepción de la nueva cultura mediática, una concepción de la tecnología donde los efectos se muestran antes que las causas y donde la linealidad del progreso debe ser abandonada por un entendimiento del cambio mediático como transformaciones cualitativas de nuestro entendimiento del mundo.

La era de la información. El magnum opus de Manuel Castells está compuesto por tres volúmenes que establecieron en los 90s la línea de base a partir de la cual entender la sociedad informacional (que, además, distingue por primera vez de la «sociedad de la información»). Castells se da el trabajo de realizar un análisis social de todas las múltiples dimensiones que se ven afectadas por el cambio en los patrones de conducta en la sociedad de la información, cuando dejamos de únicamente circular información (algo propio de todas las sociedades) y la producción, distribución y transformación de información se convierten, más bien, en la actividad económica y social más importante de nuestra cultura. La política, la economía, la identidad, las relaciones sociales, las relaciones internacionales, las afinidades nacionales, el trabajo, el comercio, los medios de comunicación, son sólo algunas de las categorías que Castells evalúa en la manera como se ven impactadas por este cambio fundamental en nuestra actitud hacia el conocimiento y la información.

Free Culture. Este libro de Lawrence Lessig, disponible libremente (también en su traducción en español como Cultura libre) explora la relación compleja que se establece en la economía digital con la legislación en derechos de autor. Lessig plantea que, a medida que más y más de nuestra cultura pasa por alguna forma mediática y tecnológica, y a medida que nuestro uso de la tecnología nos permite hacer cosas nuevas antes impensables, la legislación que regula nuestro consumo de información y de productos culturales no se ha mantenido igualmente dinámica. El aparato legal existente ha llevado a la sociedad a una posición donde una mayoría se ha vuelto delincuente por hacer algo que parece completamente cotidiano y coherente, y en ese sentido la ley se ha vuelto un obstáculo para el florecimiento de nuevas producciones culturales, en lugar de un incentivo. En este libro Lessig establece los fundamentos sobre los cuales se construirá luego el movimiento Creative Commons.

The Long Tail. Chris Anderson, el editor de la revista Wired, introdujo la idea de la larga cola en un artículo para la misma revista en el 2004 (disponible traducido al español) que luego expandió en un libro del mismo nombre. La idea de la larga cola es simple: la tecnología hace que sea más fácil tanto producir como consumir, y esto es en sí mismo un incentivo para que más personas produzcan más cosas en torno a intereses cada vez más específicos, al mismo tiempo que los consumidores pueden fácilmente encontrar cosas por específicas a sus gustos que sean, dado que Internet (con herramientas como Google) hacen muy sencillo conectar la oferta con la demanda. Lo que esto hace posible, sobre todo respecto a economías de bienes virtuales, es que la larga cola de la distribución de Pareto, o todos aquellos productos que antes fueron comercialmente inviables, se vuelven ahora un espacio de oportunidades por explotar en la medida en que se puede agregar la demanda por ellos. Esto abre la puerta para una nueva generación de emprendimientos digitales de pequeña y mediana escala (o incluso enorme escala, como Amazon).

Inteligencia colectiva. Pierre Lévy subtitula esta obra «Por una antropología del cibersespacio». Lévy explora la manera como el ciberespacio está transformándonos cognitivamente y replanteando nuestras asociaciones sociales en torno a la resolución de problemas. En la sociedad informacional hay tanta información que procesar que es imposible que ningún individuo emprenda esa tarea por sí mismo, pero incluso aquello que un individuo sí necesita procesar es demasiado para sus propias capacidades. Pero esta nueva imposibilidad viene de la mano con tecnologías que nos permiten compartir, cooperar y colaborar de maneras mucho más sencillas que cualquier otra forma conocida, lo cual hace posible que se construyan así inteligencias colectivas: redes conectadas de individuos donde ningún individuo puede saberlo todo, pero todos pueden saber algo y compartirlo con los demás. Para Lévy, éste s el punto de partida de toda una serie de transformaciones en nuestras organizaciones sociales, pues este nuevo principio subvierte la existencia de jerarquías verticales y transforma el significado de ejercer un rol o una función en una organización o estructura social. El texto completo en español se encuentra disponible en línea gracias a una edición virtual de la OMS.

Everything is Miscellaneous. El tema epistemológico es también el interés de David Weinberger, aunque Weinberger lo trabaja más bien desde el punto de vista de cómo ordenamos los conceptos. Según Weinberger, nuestro entendimiento del ordenamiento de la información en la forma de categorías excluyentes es propio de una sociedad que ordena su información utilizando un espacio físico: como el espacio es finito y tiene una serie de características limitantes para la disposición de las cosas, nos hemos visto obligados a adaptar nuestros esquemas mentales a nuestros esquemas físicos. Nuestras mentes, básicamente, funcionan como archivadores, o como librerías. Pero la web elimina esa condición básica: el espacio se vuelve virtualmente infinito, la cantidad de contenido que almacenar y ordenar también, y no se aplican las mismas limitaciones que tenemos en el espacio físico. De repente nos vemos enfrentados a un mundo en el cual todo puede encajar bajo múltiples categorías al mismo tiempo sin que eso sea un problema, excepto porque se vuelve una inmanejable sobrecarga de información. La solución para Weinberger es contraintuitiva: la solución a la sobrecarga de información es más información, información sobre información, para navegar esta nueva red de conocimiento. La información se vuelve un commodity, y saber navegarla y encontrar lo importante se vuelve la habilidad realmente valiosa. El prólogo y el primer capítulo del libro se encuentran disponibles en su sitio web.

Educación, humanidades y tecnología

[Foto CC: Post-Katrina School Bus, por laffy4k]

Varias ideas reunidas sobre la educación en las humanidades y cómo está cambiando a partir de la tecnología. Si no quieren leerlo todo, igual les pediría que revisen la última y me den sus ideas.

Des-escolarizar la sociedad. Vía un texto de Marshall McLuhan llego a Ivan Illich, filósofo austriaco, que tiene un libro llamado Deschooling Society. Una suerte de manifiesto para la reinterpretación de la educación universal en sociedades post-industriales (o informacionales, si nos ponemos Castellianos, y si el adjetivo «Castelliano» existe). Dice Illich:

Universal education through schooling is not feasible. It would be no more feasible if it were attempted by means of alternative institutions built on the style of present schools. Neither new attitudes of teachers toward their pupils nor the proliferation of educational hardware or software (in classroom or bedroom), nor finally the attempt to expand the pedagogue’s responsibility until it engulfs his pupils’ lifetimes will deliver universal education. The current search for new educational funnels must be reversed into the search for their institutional inverse: educational webs which heighten the opportunity for each one to transform each moment of his living into one of learning, sharing, and caring. We hope to contribute concepts needed by those who conduct such counterfoil research on education–and also to those who seek alternatives to other established service industries.

Esto es de 1971, dicho sea de paso. En otras palabras, nuestras nuevas circunstancias culturales tanto permiten como reclaman una nueva forma de educar y aprender. La yapa es que con nuevos procesos/instituciones para el lenguaje y el aprendizaje, se vuelven por extensión necesarios nuevos procesos/instituciones para muchas otras funciones sociales.

Transformar la educación en humanidades. El programa de Comparative Media Studies en MIT (uno de mis programas de postgrado soñados) organizó un simposio bajo el título «Applied Humanities: Transforming Humanities Education». El simposio planteó una discusión entre diversos especialistas que están trabajando con diferentes enfoques y experiencias interdisciplinarias en humanidades con un enfoque aplicado, que van desde el uso de videojuegos como herramientas educativas hasta estrategias innovadoras para la educación en literatura clásica.

El video pueden verlo en su sitio web o pueden descargarlo directamente.

Humanidades digitales. El campo de las humanidades digitales es muy cercano a lo anterior (humanidades aplicadas) pero desde su punto de intersección más específico con la computación y los medios digitales. Es no solamente un campo que se pregunta por cómo las herramientas digitales pueden aportar al trabajo de las humanidades (que sería la lógica de cómo hacer lo mismo pero más rápido o mejor), sino más profundamente cómo las herramientas digitales transforman la actividades académica en las humanidades, y permiten hacer cosas que antes no eran posibles.

El blog de Dan Cohen, director del Center for History and New Media de la George Mason University reúne algunas de las preguntas posibles bajo la idea de «hackear la academia«:

Can an algorithm edit a journal? Can a library exist without books? Can students build and manage their own learning management platforms? Can a conference be held without a program? Can Twitter replace a scholarly society?

As recently as the mid-2000s, questions like these would have been unthinkable. But today serious scholars are asking whether the institutions of the academy as they have existed for decades, even centuries, aren’t becoming obsolete. Every aspect of scholarly infrastructure is being questioned, and even more importantly, being hacked. Sympathetic scholars of traditionally disparate disciplines are cancelling their association memberships and building their own networks on Facebook and Twitter. Journals are being compiled automatically from self-published blog posts. Newly-minted Ph.D.’s are foregoing the tenure track for alternative academic careers that blur the lines between research, teaching, and service. Graduate students are looking beyond the categories of the traditional C.V. and building expansive professional identities and popular followings through social media. Educational technologists are “punking” established technology vendors by rolling their own open source infrastructure.

Estas preguntas se volvieron la base para Hacking The Academy, un libro escrito colaborativamente en menos de una semana y que reunió aportes en una serie de categorías vinculadas a cómo la tecnología hackea la academia, o cómo replantea sus prácticas y sus instituciones.

Integrando la tecnología y las humanidades. En paralelo, pero en relación con todo lo anterior, he estado pensando últimamente en armar un taller sobre herramientas tecnológicas para humanistas y académicos. Me han hecho varias preguntas al respecto y podría ser una idea interesante, donde podría compartir un poco mi propia experiencia con herramientas digitales como este mismo blog, el uso de wikis como materiales de curso y otras plataformas o herramientas que podrían ser útiles para humanistas en la actualidad, y la manera como estas herramientas transforman nuestro entendimiento tradicional del trabajo en las humanidades.

Aún la idea es totalmente embrionaria, pero quiero compartirla primero para ver si más personas consideran que sería una idea interesante, pero sobre todo para que me ayuden a armar la lista de contenidos. ¿Qué cosas les gustaría ver en un taller como éste? ¿Qué preguntas tienen sobre tecnología, academia, humanidades y educación para las que no tienen respuestas claras? Cualquier sugerencia sobre preguntas, temas, contenidos o demás es bienvenida para la preparación de este taller experimental.