Paseando por librerías

Hoy me pasé un buen rato paseando por varias librerías, y empecé a caer en cuenta de lo complicado que esto se ha vuelto para mí últimamente.

Cada vez hay más cosas que me interesan, y me es más difícil encontrarlas. Hubo una época, hace mucho tiempo, en que llegar a cualquier librería significaba ir directamente a la sección de filosofía y empezar a pasearme entre autores y títulos más o menos conocidos, buscando piezas faltantes en la colección o viendo qué novedades interesantes habían. Terminada la sección filosofía, en realidad prácticamente estaba terminada la visita a la librería.

Pero ahora, inevitablemente debo pasar también por la sección de sociología, dar un ojo a las de antropología y psicología, lingüística, estudios culturales o comunicaciones si las hay. En algunos casos, si tengo mucha suerte, encontraré una sección de tecnología, o de sociedad de la información, a menudo perdida y confundida junto a manuales de programación y cursos para aprender a usar Office. Luego, si quiero buscar algo sobre diseño, debo buscar en la sección de arte, a veces, o quizás en la de arquitectura, pero casi siempre se tratará de libros sobre diseño gráfico y no tanto sobre el diseño como proceso conceptual.

Esto es sólo un ejemplo, la cosa fácilmente puede ponerse peor, según la manera como cada librería en particular decida ordenar sus libros. Lo cual quiere decir que entrar a una librería es primero descifrar la lógica utilizada para ordenar los libros – pensar temáticamente en realidad no es suficiente, porque mucho de lo que me interesa en realidad se encuentra cruzando diversas fronteras de temas o disciplinas, lo cual hace más complicada la búsqueda. Y, por supuesto, significa que debo revisar múltiples categorías para poder ver si hay cosas que puedan interesarme.

Obviamente, esto es una limitación de la librería como espacio físico – cuando compro libros por Amazon mi problema es que no dejo de encontrar cosas que me interesan, y mi presupuesto sufre enormemente por ello. Pero también, me parece, es un testimonio de espacios interdisciplinarios que se ponen cada vez más complejos y se vuelve igualmente complejo descubrirlos, navegarlos, e intentar introducirse en ellos, porque no hay indicadores claros de por dónde comenzar o cómo encontrarlos. (Agreguemos a las librerías al circuito lógico-económico-político de los problemas de la interdisciplinariedad.)

En todo caso, dejo como recomendación ir más allá de la sección a la cual llegan por naturaleza en una librería, si no lo hacen ella – pues, a pesar de que sus vidas se volverán más complicadas y difíciles de navegar, los beneficios de lo que irán descubriendo lo compensan con creces.

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