Wall Street y Platón

Entre todos los problemas que tiene la crisis financiera que alcanzó un nuevo clímax ayer – y debe estar alcanzando aún otro hoy – hay uno que me llamó la atención particularmente, que es la paradoja de la democracia. Dice un artículo de Business Week de hoy:

La primera encuesta, publicada el viernes 26 de setiembre, muestra que 8 de cada 10 americanos afirma estar siguiendo el debate sobre el rescate financiero. Eso es bastante, especialmente para algo así de complicado, y más de dos tercios de los norteamericanos quieren que el congreso haga algo. Y lo dicen en serio: casi tres cuartos piensan que la economía podría empeorar a largo plazo -«en los próximos años»- si Washington no actúa. Y sin embargo, 56% de los encuestados quieren un plan diferente a la propuesta del gobierno. («Wall Stree bailout: What’s Next?», BusinessWeek.com, 30/9/2008, traducción mía.)

La paradoja en cuestión se puede rastrear hasta Platón, si no antes. Por un lado, la voluntad popular se inclina hacia una solución de manera mayoritaria, aún cuando, podría decirse, en conjunto la población no maneja el conocimiento o las habilidades para reconocer cuál es la mejor solución al problema. Por otro lado, los que en ese caso sí manejarían el conocimiento o las habilidades se inclinan por una solución diferente, pero no cuentan con el apoyo de la voluntad popular que los legitima para tomar decisiones en primer lugar.

El problema regresa hasta Platón porque, para Platón, la democracia era una forma corrupta de gobierno, pues no garantizaba la idoneidad de las decisiones tomadas. Solamente cuando gobiernan los que saben tomar las decisiones (para Platón, el filósofo-rey) es que se pueden esperar las mejores decisiones posibles. Pero claro, la receta platónica es, al mismo tiempo, una forma velada de totalitarismo.

Al mismo tiempo, la democracia, entonces, es un sistema que sólo tiene sentido cuando queda siempre abierta la posibilidad de tomar decisiones equivocadas. Suena como un compromiso necesario, pero uno no puede evitar preguntarse: ¿realmente queremos que decisiones del calibre más alto sean tomadas por gente que no tiene interés ni mayor concepto por aquello por lo que está votando? Contraargumento rápido: claro, pero por eso democracia debe ir de la mano con educación para formar mejores ciudadanos. Contracontraargumento rápido: cierto, pero eso es wishful thinking y no la situación que tenemos entre manos hoy, idealmente suena genial, pero no describe el estado-de-cosas actual.

No tomo lados en el argumento porque no tengo una respuesta sobre «qué opción es mejor», supongo que una en unos casos, otra en otros. Pero esta paradoja quizás ayuda a entender un poco por qué ayer no se aprobó el paquete de medidas que tanto pedían unos, atacaban otros.