Hibridación mediática

El proceso por medio del cual nuevas medios y nuevas tecnologías se suceden unas a otras es descrito por McLuhan no solamente como no lineal, sino además como un proceso conflictivo. Al fin y al cabo, lo que entra en juego con la aparición de nuevas tecnologías no es solamente la entrada en escena de un nuevo soporte o un nuevo mecanismo para reproducir un mismo tipo de contenido, sino que en la medida en que todo medio comporta a su vez una gramática, es la aparición de una nueva relación con nuestros sentidos y con la realidad misma. De manera que la aparición de un nuevo medio se nos presenta como una nueva manera de ver el mundo que no necesariamente es compatible con la que manejamos.

Cualquier invención o tecnología es una extensión o auto-amputación de nuestros cuerpos físicos, y tal extensión también exige nuevas proporciones y nuevos equilibrios entre los otros órganos y extensiones del cuerpo.

[…]

Contemplar, usar o percibir cualquier extensión de nosotros mismos en su forma tecnológica es necesariamente aceptarla. Escuchar la radio o leer la página impresa es aceptar estas extensiones de nosotros mismos en nuestro sistema personal y atravesar el «cierre» o el desplazamiento de la percepción que se sigue automáticamente. Es esa continua aceptación de nuestra propia tecnología en su uso cotidiano que nos pone en el rol de Narciso de una conciencia subliminal y un entumecimiento en relación a estas imágenes de nosotros mismos. [Traducción mía]

Quiero partir de este pasaje del capítulo 4 de Comprender los medios de comunicación para ilustrar la relación conflictiva y ambivalente que tiene el efecto de los medios de comunicación. Si tomamos en consideración, además, el determinismo tecnológico presente en McLuhan, no nos queda sino derivar una versión un tanto fatalista en la cual los individuos no tenemos otra opción más que recibir los impactos e influencias de los nuevos medios que transforman nuestra sensibilidad, y luego dedicarnos al lento proceso de adaptación y aprendizaje. Nuestra participación o voluntad en todo el proceso pasan a un segundo plano.

Hay otro aspecto que me parece aquí sumamente interesante: es el hecho de que en este pasaje McLuhan vuelve sobre la idea de que usar la tecnología no es únicamente usarla como uno usa una herramienta, como algo externo a uno. La tecnología es parte de uno, uno se instala en el ámbito de la tecnología que utiliza porque se instala en el uso de su gramática como quien habla un lenguaje. Es bajo esta perspectiva que la idea del trauma o el choque del cambio tecnológico adopta todo su sentido: cuando nos introducimos en el ámbito de una nueva gramática nos vemos obligados a traducir, a reinterpretar la realidad de manera apresurada y por ensayo y error para adquirir un mínimo de competencia en el uso de la nueva tecnología y de su nueva gramática. Al hacerlo, no podemos si no entender lo nuevo a partir de las categorías de lo viejo, lo cual nunca le hace justicia ni a lo uno ni a lo otro. Es de esta relación de donde surge la idea mcluhaniana de la energía híbrida o de la hibridación mediática, el proceso a través del cual un nuevo medio o una nueva tecnología adquieren su propio significado a partir de su relación conflictiva con las gramáticas anteriores.

La interacción entre medios es sólo otro nombre para esta «guerra civil» que tiene lugar en nuestra sociedad al mismo tiempo que en nuestras psiques. Se ha dicho que «para el ciego, todas las cosas son repentinas». Los cruces o hibridaciones de los medios liberan una gran fuera y energía como por fisión o fusión. No tiene por qué haber ninguna ceguera en estos asuntos una vez que hemos sido informados de que hay algo que observar. [Traducción mía]

Todos los medios son formas híbridas porque el significado y el efecto de todo medio solamente puede establecerse a partir de la manera como lo interpretamos desde los medios anteriores. Así, en su infancia toda forma mediática se ve limitada a reproducir los efectos de la generación anterior: la televisión, por ejemplo, durante mucho tiempo se estructuró en función a reproducir el ámbito de la radio pero agregando el sentido visual. La web se organizó durante mucho tiempo a partir de la lógica de la imprenta, del papel y de las librerías, y no como un medio con su propio sentido de organización y comunicación. No es sino hasta después que el uso de cada medio consigue cierta independencia frente a las generaciones anteriores y empieza a adquirir sus propios usos específicos.

Esta cuestión es sumamente importante porque deja claro que toda interpretación mediática es, a su vez, mediática. Somos siempre seres introducidos en la realidad mediática de una u otra manera, y nuestro manejo gramatical, si se quiere, nos exige que manejemos de manera competente el uso de muchos medios (y de cada vez más). Pero esta misma competencia nos permite distinguir, al menos a grandes rasgos, cuando un medio es apropiado para un propósito, y cuando no. Es, por ejemplo, mal visto que uno termine una relación por chat, o por mensaje de texto. Esto porque hemos estructurado el significado de estos medios de maneras diferentes: unos son más personales, otros más rápidos, unos transmiten más, otros menos información, y así sucesivamente. Ninguno tiene intrínsecamente un uso o un valor específicos, sino que es a partir de la interacción entre diferentes gramáticas que podemos interpretar que unos sirven para ciertos propósitos, y otros para otros.

De lo cual resulta que no hay forma mediática pura, como no hay experiencia propiamente pura o que no se entienda siempre en el contexto de su propio medio y gramática. Y de lo cual resulta, también, que somos algo así como seres profundamente traumados, porque nos vemos inmersos en el juego de la hibridación todo el tiempo, con todas sus consecuencias psicológicas y sociales. O, más bien, McLuhan parece indicar que somos estos seres traumados en la medida en que no tomamos conciencia o caemos en cuenta de que estamos así inmersos: la posibilidad de reconocernos como individuos sobre los cuales se ejercen todas estas fuerzas mediáticas abrirá la posibilidad (como espero que veamos más claramente al explorar el rol del arte y del artista) a que diseñemos e implementemos los mecanismos de compensación que, cuando menos, reduzcan el trauma de las amputaciones.

El medio es el mensaje (3)

Ésta es la última, lo prometo, respecto a problemas o precisiones que se desprenden de la sentencia mcluhaniana, «el medio es el mensaje». Primero quise precisar a qué se refería McLuhan con esto, o al menos, la manera que me parece interesante de interpretarlo: en el sentido de enfocarse en los efectos psicológicos y sociales de un medio o tecnología. Luego, eso tenía que precisarse aún más elaborando la manera como McLuhan entiende la tecnología y el cambio tecnológico.

Para cerrar esta parte, quiero introducir dos conceptos que, a pesar de que creo que se pueden encontrar en McLuhan, nunca los explicita ni los trabaja directamente. Pero me parece que son dos conceptos útiles e importantes de resaltar porque facilitan el entendimiento de muchas de sus otras ideas. Se trata de los conceptos de soporte y de gramática, que me parece pueden extrapolarse a partir de un pasaje que no se detiene sobre su mención:

El cardenal Newman dijo de Napoleón, «él entendió la gramática de la pólvora». Napoleón también prestó algo de atención a otros medios, especialmente el telégrafo en semáforo que le dio gran ventaja sobre sus enemigos. Han quedado registros suyos diciendo que «tres periódicos hostiles son más temibles que mil bayonetas».

Alexis de Tocqueville fue el primero en dominar la gramática de la imprenta y la tipografía. Pudo así leer el mensaje del cambio venidero en Francia y América como si leyera en voz alta de un texto que le hubiera sido entregado. De hecho, el siglo diecinueve en Francia y en América fueron un libro tan abierto para de Tocqueville porque había aprendido la gramática de la imprenta. De modo que que él, también, sabía cuando esa gramática no era aplicable. [Traducción mía]

Hay, entonces, algo que McLuhan considera que tanto Napoleón como Alexis de Tocqueville entendieron que sus contemporáneos no, o que no entendieron también, respecto al medio de la imprenta. Algo que no es estrictamente el uso del medio, es decir, a ninguno de los dos les importaba realmente cómo se disponen los tipos en una imprenta del mecanismo que sea para reproducir textos en gran volumen. Lo que McLuhan describe que entendieron es, más bien, aquello precisamente a lo que apunta cuando dice que el medio es el mensaje: entendieron las consecuencias, los efectos de los medios que estaban siendo utilizados, y por ello mismo, los cambios que estaban por ejercer en las sociedades donde estaban siendo introducidos. Por ser capaces de adelantarse a estas transformaciones, fueron entonces también capaces de explotarlas o entenderlas mejor.

Esto es lo que considero útil entender como la gramática de un medio, que suele confundirse con el soporte de un medio. El soporte nos remite al medio en su dimensión física – aunque «físico» ya no termina de describirlo. Es el aparato, el transmisor, la imprenta misma, el teléfono mismo, la computadora, o lo que fuera. Es el «algo» que hace posible la comunicación, aquello que es utilizado y que suele confundirse como aquello que agota lo que un medio es. Pensar en la televisión, por ejemplo, como el conjunto del estudio, la cámara, la consola, el transmisor, el receptor, y la pantalla, un simple circuito de distribución de contenidos.

Hablar de una gramática que se construye en torno a ese soporte, en cambio, nos habla de los efectos sociales que tiene el uso de de soporte, así como de las construcciones sociales que utilizamos para normar su uso. Esto es lo que es el mensaje de un medio: los patrones culturales, las nuevas costumbres que se introducen en un contexto a partir de su uso, que no se encuentran plenamente bajo el control de ningún individuo o usuario, pero cuyo conocimiento y manejo determinan lo que podríamos considerar la competencia en el uso de un medio o una tecnología.

Por ilustrarlo con un ejemplo más o menos cotidiano, podemos pensar en el manejo de un automóvil. Salvando algunas diferencias obvias (p.ej., timón a la derecha o timón a la izquierda), un auto se maneja más o menos igual en todas partes. Pero esto que se maneja igual es simplemente el uso del soporte. Incluso podemos ir un poco más lejos y decir que en casi todas partes, el semáforo puede significar lo mismo. Sin embargo, la gramática de manejar un auto varía significativamente en diferentes lugares. Diferentes ciudades tienen diferentes patrones de tráfico, y la necesidad de diferentes normas. El entramado social que construimos en torno al uso de un mismo soporte no es el mismo en todos los contextos.

En su libro Convergence Culture, Henry Jenkins utiliza una categorización similar inspirado en Lisa Gitelman, que me llevó a asociarlo con estas categorías tácitas en McLuhan. Jenkins señala:

Para definir a los medios, vayamos a la historiadora Lisa Gitelman, quien ofrece un modelo que funciona en dos niveles: en el primero, un medio es una tecnología que permite la comunicación; en el segundo, un medio es un conjunto de «protocolos» asociados o prácticas culturales y sociales que han crecido junto a esa tecnología. Los sistemas de distribución son simple y llanamente tecnologías; los medios son también sistemas culturales. Las tecnologías de distribución [delivery technologies] van y vienen todo el tiempo, pero los medios persisten como capas dentro de un aún más complicados estratos de información y entretenimiento. [Convergence Culture, pp. 13-14. Traducción mía]

Entonces, me parece que estas categorías son útiles por lo siguiente. Primero, apuntan a que la comprensión de un medio de comunicación o de una tecnología pasa no solamente por saber cómo se usa, el conocimiento estrictamente técnico, sino también por el entendimiento de la manera como un medio ejerce efectos y transformaciones sobre la sociedad. Pero, un medio no puede nunca reducirse plenamente ni a lo uno ni a lo otro: aunque distinguir estos dos aspectos es analíticamente útil, son dimensiones indisociables de una misma realidad social, la manera como es utilizado un medio de comunicación.

Segundo, y aquí hay una dimensión que exploraré más en detalle más adelante, porque la idea de hablar de una «gramática» (o, muy similarmente, de un «protocolo») ilustra enormemente lo que ocurre cuando aprendemos a utilizar un medio o una tecnología y todo lo que ello implica, así como las diferentes interacciones que ocurren en la relación entre diferentes medios: no es solamente la interacción entre diferentes soportes, sino también entre diferentes gramáticas, diferentes maneras de relacionarse con el mundo. De modo que estas interacciones, en estos términos, pueden describirse en una complejidad más comprehensiva que entendiéndolas solamente como una acumulación lineal de nuevas tecnologías.